Ponemos a cocer las lentejas 45 minutos, unos 50 gramos por persona, junto con un diente de ajo, una cebolla, medio apio, y un poco de sal y pimienta. Si queremos que estén más jugosas podemos añadirle un hueso de jamón. A la legumbre le viene muy bien que no le echemos la sal al principio sino cuando ya la lenteja tenga un punto de cocción. Una vez cocidas, las colamos y las enfriamos en una bandeja en la nevera. Nos interesa que nos queden un poco duras, para que en boca nos quede una textura más fresca, más crujiente, no tan cocidas como cuando las hacemos estofadas. Las dejamos cociendo y continuamos con la receta.

Aderezo de la ensalada.

Cortamos en brunoise la otra mitad del apio, el pepino ya pelado y la sardina ahumada. Del pepino cogemos la parte más carnosa, la parte de las pepitas tiene demasiada agua. Reservamos dos cuadraditos de la sardina para montar el plato. Y por último preparamos unas lágrimas de cebolleta en vinagre quitando las diferentes capas de la cebolleta y cortamos unos bastones de manzana verde.

Preparamos también una vinagreta mezclando el vinagre de manzana, un par de gotas de agua de azahar, aceite de oliva virgen extra y un poco de sal. Emulsionamos con unas varillas. Sacamos las lentejas de la nevera y les añadimos la brunoise de apio, pepino, sardina ahumada, y la vinagreta.

Cortamos piezas rectangulares de la sandía, y les quitamos las pepitas. Las vamos a marcar fuerte en la sartén con aceite de oliva, vuelta y vuelta.

Montamos el plato.

Colocamos la sandía, una cama de lentejas a cada lado. Encima de la sandía, las lágrimas de la cebolla, los cuadraditos de sardina, y los bastones de manzana. Y por encima un poco más de la vinagreta.